*Por Sergio Romero Verdugo.
“La unidad del Pueblo requiere nuestra presencia.”
-Carlos Lorca Tobar-
Documento de Marzo, 1975
I.- Presentación:
“La unidad del Pueblo requiere nuestra presencia.”
-Carlos Lorca Tobar-
Documento de Marzo, 1975
I.- Presentación:
Cuáles son las preguntas que debe responder la JS de Chile, cuáles interrogantes nos debemos plantear. Quizás una – fundamental y compleja – que ronda persistentemente en nuestra teoría y acción: ¿Qué entendemos por Poder Local? Proponemos un supuesto: cuando hablemos de Poder Local no pensemos de inmediato en Gobiernos Comunales, en Municipalidades y en Gobernaciones Provinciales. Por momentos construyamos pues estructuras, sentidos e imaginarios en algo exteriores a la representación del Estado jurídico y sus instituciones; Imaginemos – por instantes – más sociabilidad.
Pues entonces, “Poder Local sería el poder que ejercemos las personas en un espacio y territorio básico o intermedio, haciendo visibles y relevantes ámbitos más reducidos: barrios, poblaciones, etc.” Surge así el ejercicio de poder en un territorio determinado y acotado, lo que presentaría variadas ventajas:
a) Un mejor conocimiento de nuestras realidades,
b) Mayores facilidades para elaborar diagnósticos sobre nuestros problemas,
c) Una mejor vinculación con nuestros pares y,
d) El desarrollo de necesarias confianzas y alianzas.
El espacio Local se convierte en un lugar práctico de participación. Luego, los barrios, los colegios, los centros juveniles y culturales son para nosotros las escuelas por las que debemos pasar para desarrollar responsabilidad ciudadana y compromiso político.
Lo recién expuesto no constituye ninguna novedad. En momentos Históricos anteriores de nuestra política, los militantes debían realizar el denominado “trabajo social” en los más diversos frentes de masas determinados por el mandato partidario. Pues esto era visto y observado como una obligación incluso de carácter ético. Organizaciones sindicales y de trabajadores, campesinas, estudiantiles, deportivas, artísticas y culturales tenían entre sus socios y dirigentes a militantes socialistas.
II.- Antecedentes históricos:
Hoy se denomina “hacer trabajo en red” a una práctica socio política habitual en las luchas de la izquierda y el socialismo, apoyada en un fuerte y dinámico entramado y tejido social. En los 60’ y 70’ fue definitivamente salvada aquella discusión acerca de si, la política práctica consistía en un proceso responsable de masas o cuadros políticos. Todo militante debía cumplir la misión de dar conducción al trabajo social. Mucho contribuyeron a conformar estos grupos y organizaciones por el triunfo de la Unidad Popular y en el Gobierno del Compañero Presidente Allende Gossens.
Nuestro partido fue de las organizaciones más perseguidas por la dictadura de Pinochet, más allá intentar destruir el órgano político, se buscaba anular al volumen de la Sociedad Civil guiada por innumerables líderes y dirigentes sociales socialistas (la Sociedad Civil o tercer sector aquella estructura ubicada a caballo entre la estructura familiar por una parte y el Estado por otra).
Nuestros dirigentes internos, que asumen la tarea de reconstruir al partido en la clandestinidad, se colocan entre variados objetivos uno fundamental: La unificación del accionar del trabajo de las fuerzas populares contra el fascismo. Carlos Lorca Tobar, Ricardo Lagos Salinas, y la dirección clandestina en Chile del Partido Socialista detenida en 1975, legó a la posteridad el Documento de Marzo. En él se esbozan las líneas políticas para la resistencia a Pinochet, destacando como objetivo prioritario el trabajo unido de todos los chilenos democráticos para derrotar el autoritarismo militar. Nuevamente las organizaciones sociales retoman vigor para asumir las estrategias de oposición al régimen militar.
En los 80’, tras un lento recomponer de las orgánicas político – partidistas, innumerables e impensadas organizaciones sociales (al alero de reuniones de clubes de rayuela y de ajedrez discuten y se organizan los militantes socialistas melipillanos por ejemplo). Dan sustentos a las jornadas de protestas, la movilización social y la insurrección de masas que remece al régimen.
Con el truinfo de Aylwin Azocar se inicia el proceso de transición a la democracia, la vía elegida es una transición política pactada entre la dictadura y las fuerzas ya reunidas en la Concertación de Partidos por la Democracia; los equilibrios son precarios, las demostraciones del poder fáctico son bastante nutridas y certeras también (ejercicios de enlace y movilizaciones militares, etc.). Frente a este escenario se le pide y a veces obliga a la militancia socialista a disipar su organización, abandonar las organizaciones sociales de la que son parte y que habían contribuido a fundar.
En los 90’ se instauró un superfluo sentido del “no estar ni ahí”. Quienes nos avocamos (a contrapelo) a la participación social y política, fuimos, las más de las veces, vistos como bichos raros. No obstante, lentamente surgió una nueva forma de ver la política y la participación. Nuestra generación instauró lentamente, las bases para nuevas formas de pertenencia y participación en identidades y proyectos colectivos. La victoria de la compañera Bachelet es, en buena medida, la expresión política del poder de las redes y organizaciones sociales globales y con perspectiva territorial,
III.- Seamos parte, construyamos y escribamos la Historia:
Participar es para nosotros, la juventud mayoritaria, democrática, tolerante, solidaria, socialista y de izquierda “ser parte” de un proyecto, compartiendo ideales y persiguiendo objetivos. Formalmente denominan a esto como “sentido relacional de la participación”. En nuestro itinerario, construimos organizaciones y trabajo social, luego accedimos a la militancia política, le dimos pues, carácter político y orgánico a nuestra experiencia habitual y cotidiana; a nuestros encuentros, centros y clubes.
Pues con diversas temáticas, antiguas y nuevas (defensa de los trabajadores, mayor igualdad en salud y educación, defensa del medio ambiente, la defensa de nuestro patrimonio, como ejemplos), debemos involucrarnos hoy en el devenir de nuestras comunidades.
Debemos pues, Los jóvenes y militantes, incidir en la esfera de las decisiones públicas. Promover la alianza del gobierno local con las organizaciones sociales, a fin de conseguir las necesarias estrategias de transformación social, de reorientación del sistema económico y social imperante en la actualidad. Reivindicar el dinámico pero imperecedero movimiento popular unitario.
Seguir la senda de Carlos Lorca Tobar y Ricardo Lagos Salinas no debe ser una mera declaración de principios. Debe ser activismo político, comenzando en el lugar donde nos toca nacer, crecer y vivir.
Fuente: www.ciudaddemocratica.cl
Pues entonces, “Poder Local sería el poder que ejercemos las personas en un espacio y territorio básico o intermedio, haciendo visibles y relevantes ámbitos más reducidos: barrios, poblaciones, etc.” Surge así el ejercicio de poder en un territorio determinado y acotado, lo que presentaría variadas ventajas:
a) Un mejor conocimiento de nuestras realidades,
b) Mayores facilidades para elaborar diagnósticos sobre nuestros problemas,
c) Una mejor vinculación con nuestros pares y,
d) El desarrollo de necesarias confianzas y alianzas.
El espacio Local se convierte en un lugar práctico de participación. Luego, los barrios, los colegios, los centros juveniles y culturales son para nosotros las escuelas por las que debemos pasar para desarrollar responsabilidad ciudadana y compromiso político.
Lo recién expuesto no constituye ninguna novedad. En momentos Históricos anteriores de nuestra política, los militantes debían realizar el denominado “trabajo social” en los más diversos frentes de masas determinados por el mandato partidario. Pues esto era visto y observado como una obligación incluso de carácter ético. Organizaciones sindicales y de trabajadores, campesinas, estudiantiles, deportivas, artísticas y culturales tenían entre sus socios y dirigentes a militantes socialistas.
II.- Antecedentes históricos:
Hoy se denomina “hacer trabajo en red” a una práctica socio política habitual en las luchas de la izquierda y el socialismo, apoyada en un fuerte y dinámico entramado y tejido social. En los 60’ y 70’ fue definitivamente salvada aquella discusión acerca de si, la política práctica consistía en un proceso responsable de masas o cuadros políticos. Todo militante debía cumplir la misión de dar conducción al trabajo social. Mucho contribuyeron a conformar estos grupos y organizaciones por el triunfo de la Unidad Popular y en el Gobierno del Compañero Presidente Allende Gossens.
Nuestro partido fue de las organizaciones más perseguidas por la dictadura de Pinochet, más allá intentar destruir el órgano político, se buscaba anular al volumen de la Sociedad Civil guiada por innumerables líderes y dirigentes sociales socialistas (la Sociedad Civil o tercer sector aquella estructura ubicada a caballo entre la estructura familiar por una parte y el Estado por otra).
Nuestros dirigentes internos, que asumen la tarea de reconstruir al partido en la clandestinidad, se colocan entre variados objetivos uno fundamental: La unificación del accionar del trabajo de las fuerzas populares contra el fascismo. Carlos Lorca Tobar, Ricardo Lagos Salinas, y la dirección clandestina en Chile del Partido Socialista detenida en 1975, legó a la posteridad el Documento de Marzo. En él se esbozan las líneas políticas para la resistencia a Pinochet, destacando como objetivo prioritario el trabajo unido de todos los chilenos democráticos para derrotar el autoritarismo militar. Nuevamente las organizaciones sociales retoman vigor para asumir las estrategias de oposición al régimen militar.
En los 80’, tras un lento recomponer de las orgánicas político – partidistas, innumerables e impensadas organizaciones sociales (al alero de reuniones de clubes de rayuela y de ajedrez discuten y se organizan los militantes socialistas melipillanos por ejemplo). Dan sustentos a las jornadas de protestas, la movilización social y la insurrección de masas que remece al régimen.
Con el truinfo de Aylwin Azocar se inicia el proceso de transición a la democracia, la vía elegida es una transición política pactada entre la dictadura y las fuerzas ya reunidas en la Concertación de Partidos por la Democracia; los equilibrios son precarios, las demostraciones del poder fáctico son bastante nutridas y certeras también (ejercicios de enlace y movilizaciones militares, etc.). Frente a este escenario se le pide y a veces obliga a la militancia socialista a disipar su organización, abandonar las organizaciones sociales de la que son parte y que habían contribuido a fundar.
En los 90’ se instauró un superfluo sentido del “no estar ni ahí”. Quienes nos avocamos (a contrapelo) a la participación social y política, fuimos, las más de las veces, vistos como bichos raros. No obstante, lentamente surgió una nueva forma de ver la política y la participación. Nuestra generación instauró lentamente, las bases para nuevas formas de pertenencia y participación en identidades y proyectos colectivos. La victoria de la compañera Bachelet es, en buena medida, la expresión política del poder de las redes y organizaciones sociales globales y con perspectiva territorial,
III.- Seamos parte, construyamos y escribamos la Historia:
Participar es para nosotros, la juventud mayoritaria, democrática, tolerante, solidaria, socialista y de izquierda “ser parte” de un proyecto, compartiendo ideales y persiguiendo objetivos. Formalmente denominan a esto como “sentido relacional de la participación”. En nuestro itinerario, construimos organizaciones y trabajo social, luego accedimos a la militancia política, le dimos pues, carácter político y orgánico a nuestra experiencia habitual y cotidiana; a nuestros encuentros, centros y clubes.
Pues con diversas temáticas, antiguas y nuevas (defensa de los trabajadores, mayor igualdad en salud y educación, defensa del medio ambiente, la defensa de nuestro patrimonio, como ejemplos), debemos involucrarnos hoy en el devenir de nuestras comunidades.
Debemos pues, Los jóvenes y militantes, incidir en la esfera de las decisiones públicas. Promover la alianza del gobierno local con las organizaciones sociales, a fin de conseguir las necesarias estrategias de transformación social, de reorientación del sistema económico y social imperante en la actualidad. Reivindicar el dinámico pero imperecedero movimiento popular unitario.
Seguir la senda de Carlos Lorca Tobar y Ricardo Lagos Salinas no debe ser una mera declaración de principios. Debe ser activismo político, comenzando en el lugar donde nos toca nacer, crecer y vivir.
Fuente: www.ciudaddemocratica.cl
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